Este azúcar -que se usa con frecuencia en la industria alimentaria porque es altamente dulce y económico- no es el mejor ingrediente en una bebida que promete rehidratar, pues si bien otorga cierto dulzor, no cumple la misión de transportar los electrolitos a las células y, por consiguiente, dificulta la rehidratación.
Son bebidas que apuestan por el desempeño físico a partir de una formulación con una mayor concentración de azúcares sobre otros componentes como los electrolitos, debido a lo cual no pueden considerarse isotónicas ni que cumplan cabalmente con el objetivo de rehidratación.
Además, algunas bebidas contienen el equivalente a siete cucharadas de azúcar en 600 ml, lo que puede favorecer enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) que causan cerca de 37 millones de muertes prematuras por hígado graso, obesidad, sobrepeso, diabetes, problemas cardiovasculares o renales y ciertos tipos de cáncer, de acuerdo con la OMS.